sábado, 21 de abril de 2012


Hace ya dos meses habíamos perdido el contacto, había tomado la decisión de volarte de mi vida como un globo aerostático descontrolado. Te fuiste tan lejos como quise, como tú quisiste y no te ordene bajar ni detenerte como un piloto arrepentido de su mala maniobra.  Termine por convencerme de que él tiempo lo haría todo y solo deje que las cosas pasaran.
Había casi logrado borrar esos vagos recuerdos de risas interminables y charlas sin sentido, cuando te vi pasar. Y de pronto parecía que el piloto sobrellevaba bien su vuelo y el globo se había estabilizado, es que  ¿A caso las cosas pasan así de rápido?, no me iba a poner a cuestionar las vueltas del destino, ni de la vida ni ninguna de esas cosas de las que tanto habla la gente. Porque jamás me he llevado con ninguno de los dos, pero si me entendía conmigo misma y es que claro ¿Quién mejor que yo para conocerme? – En ese momento solté una risa nerviosa y hasta eso entro en cuestionamiento.
Sin notarlo me hundía en una arena movediza de sentimientos encontrados, de palabras jamás pronunciadas y pensamientos sin soluciones – <<Un manual, necesito un manual >> - ¡Por favor! Esas cosas son para esos artefactos engorrosos – yo soy un ser humano y no vengo con ninguna guía de indicaciones - de ser así, no viviría de errores, por ende la vida no tendría gracia para mi.
- ¡AH! Calla, no sabes ni lo que estas diciendo y te estas desviando completamente de lo “importante”.
Deje mis pensamientos de lado y todas esas dudas existenciales que nacieron de un momento a otro  y proseguí…
Iba camino a casa de mi abuela cuando un chico en bicicleta pasa rápidamente  junto a mi y de inmediato me paralice ya que jure haber sentido un leve roce de la ráfaga de viento que despidió debido a la velocidad con la que me adelanto. Luego de un minuto seguí mi andar y un poco antes de llegar a mi destino, pensé en detenerme a comprar algo para la hora del té en aquel almacén que hace tiempo había dejado de visitar, por razones obvias, esperando no encontrar a nadie mas que a esas tres mujeres que atendían diariamente el negocio, entre las cuales se encontraba su madre. Al llegar allá me sentí a gusto de ver los mismos rostros de “siempre”, era indudable, hoy no sabría más de él.
Había tomado una bolsa del costado y abierto la pequeña cortina que cubría el pan, que al parecer, estaba recién salido del horno e inmediatamente luego de pesarlo y elegir las maicenas que tanto le encantaban a mi abuela me aproxime a la caja a pagar. Tan pronto como baje la mirada para sacar el dinero, la subí para poder tomar mis cosas y marcharme. En ese mismo instante quise no haber entrado a ese lugar y es que en solo un abrir y cerrar de ojos él estaba ahí, parado mirándome perplejo como si hubiese visto un fantasma. Sin decir ni una palabra tome mis cosas me aproxime a la puerta y el ignoro mi presencia tal como yo ignoraba su existencia o al menos era lo que intentábamos hacer.

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