martes, 28 de junio de 2011

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Nuestra amistad siempre había sido extraña , jamás fuimos la clase de amigas que pasaba todo el día juntas o que se reunían  los fines de semana para las típicas pijamadas ; películas , comida chatarra y secretos, sin embargo a la hora de necesitarla , ella estaba siempre ahí , lo mismo yo con ella. De vez en cuando durante el tiempo libre en el colegio nos sentábamos a conversar y a actualizarnos la una de la otra, la mayor parte del tiempo el tema central era “los chicos” y es que ella era tan “enamoradiza” que siempre aparecía alguien nuevo entre sus historias, sin embargo, y con paciencia, la escuchaba, al igual que ella, ya que al contrario yo siempre estaba pegada en la misma historia. Sí, siempre fuimos tan distintas, carácter, gustos, personalidad, pero nada de eso nos impidió ser como hermanas, porque independiente de gustos, forma de ser, carácter fuerte y/o sumiso, supimos estar siempre, compartimos a todo momento, cosas buenas de las que disfrutamos  y malas de las que aprendíamos y aunque quizás hoy yo no esté a su lado, ni ella al mío, los momentos que pasamos, ambas los vamos a recordar. 

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